Monograma (1971)
ODISEAS ELITIS (1911 – 1996)
Siempre vestiré de luto – ¿me escuchas? – por ti,
sólo, en el Paraíso.
I
Llevará hacia otro lado las marcas
de la palma, el destino, como quien posee una llave,
el Tiempo consentirá un instante
De qué otra forma, si así se aman los seres humanos
Presentará el cielo sus entrañas
y golpeará al mundo la inocencia
con lo áspero del negro de la muerte.
II
Visto de luto el sol y visto de luto los años que llegan
sin nosotros y canto los otros que pasaron
si son verdad.
Dichos los cuerpos y las barcas que chocaron dulcemente,
las guitarras que se encendieron y apagaron bajo las aguas,
los «créeme» y los «no»
ya en el aire, ya en la música.
Los dos pequeños animales, nuestras manos,
que buscaban subir a escondidas el uno sobre el otro,
la maceta con la regadera en las puertas abiertas del patio
y los trozos, los mares que llegaban juntos
sobre las macizas piedras, atrás de las cercas,
la anémona que se sentó en tu mano
y temblaba tres veces, malva, tres días arriba
de las cataratas.
Si esto es verdad, canto,
la viga de madera y la tela cuadrangular
en la pared, la Gorgona de cabello despeinado,
el gato que nos miró entre la oscuridad,
niño con el romero y la cruz roja
en el momento que anochecía en lo inaccesible de las rochas.
Visto de luto la ropa que toqué y llegó hacia mí el mundo.
III
Así hablo de ti y de mí
Porque te amo y al amor sé entrar
como Luna Llena,
por todos lados, a través de las sábanas inmensas por tu pequeño pie,
deshojando jazmines – tengo también la fuerza
adormecida, de soplar y llevarte
por vías brillantes y pasajes escondidos del mar,
árboles hipnotizados con plateadas arañas.
Te conocen bien las célebres olas,
la forma en que acaricias, en que besas,
en que susurras el «qué» y el «eh»
alrededor del cuello en la bahía,
siempre nosotros la luz y la sombra.
Siempre tú la estrellita y siempre yo la oscuridad navegante,
siempre tú el puerto y yo el farol derecho,
el rompeolas mojado y el brillo sobre los remos,
arriba, en las casas con vides,
las rosas atadas, el agua que enfría,
siempre tú una estatua de piedra y siempre yo la sombra que crece,
tú, la ventana inclinada, yo, el aire que la abre
porque te amo y te amo
siempre tú la moneda y siempre yo la adoración que la hace efectivo.
Tanto la noche, tanto el barullo en el viento,
tanto la gota en el aire, tanto el silencio,
alrededor el despótico mar,
arco del cielo con estrellas,
tanto la mínima respiración
Que ya no tengo más
adentro de las cuatro paredes, el techo, el suelo,
gritando desde ti y mi voz golpeando,
oliendo de ti, mientras los hombres enloquecen
porque la inexperiencia y lo traído de otro lugar
no lo soportan los hombres y es temprano, ¿me escuchas?
Hablando de ti y de mi.
IV
Es temprano todavía en este mundo, me escuchas,
no han despertado las bestias, me escuchas,
mi sangre perdida y mi afilado cuchillo, me escuchas,
como carnero que corre entre los cielos
y golpea los ramajes de las estrellas, me escuchas,
soy yo, me escuchas,
te amo, me escuchas,
te sostengo y te llevo y te pongo
el vestido blanco de Ofelia, me escuchas,
que me dejas, que llevas y quién, me escuchas,
Coloca tu mano sobre los cataclismos
Las formidables destrucciones y las lavas de los volcanes,
llegará el día, me escuchas,
que nos entierren, y los miles de años después
nos harán estatuas monumentales brillantemente, me escuchas,
cristalizándose sobre nosotros la crueldad de los hombres, me escuchas,
arrojándonos en miles de pedazos
A las aguas, uno por uno, me escuchas,
mis piedras de río cuento, me escuchas
y es el tiempo una enorme iglesia, me escuchas,
donde alguna vez las figuras de los Santos
hicieron brotar lágrimas verdaderas, me escuchas,
una vía profunda que pase
esperan los ángeles con velas y salmos mortuorios,
no iré a ningún lado, me escuchas,
o nadie o los dos juntos, me escuchas
Esta flor de la tormenta, me escuchas,
también del amor
para siempre la cortaron
y no es posible que florezca de otra forma, me escuchas,
en otra tierra, en otra estrella, me escuchas,
no existe el suelo, no existe el aire
que tocamos, uno solo, me escuchas
Y ningún jardinero fue feliz en otros tiempos
De tanto invierno y de tantas borrascas, me escuchas,
brotando la flor, sólo nosotros, me escuchas,
a la mitad del mar,
solamente de la voluntad del amor, me escuchas,
subimos toda la isla, me escuchas,
con cuevas y con cabos y floreados abismos
Escucha, escucha
quién habla en las aguas y quién llora – ¿escuchas?
quién busca a otro, quién grita – ¿escuchas?
Soy yo quien grito y soy yo quien lloro, me escuchas
Te amo, te amo, me escuchas.
V
De ti he hablado en tiempos antiguos
con sabias nodrizas y rebeldes veteranos
De qué será que tienes la tristeza de la fiera
el esplendor en la cara de la trémula agua
y por qué, dice, procura que vaya cerca de ti,
que no quiero amor sino quiero viento,
sino quiero el galope del recto y descubierto mar
Y de ti nadie había escuchado,
de ti ni díctamo ni el champiñón
en los lugares más recónditos de Creta, nada,
de ti sólo Dios aceptó conducir mi mano
Más aquí, más allá, cuidando todo alrededor,
la cara de la costa, los golfos, los cabellos
en la colina ondeando a la izquierda
Tu cuerpo en la posición del pino solitario,
ojos del orgullo y del transparente
fondo, dentro de la casa del viejo cajón de la cocina,
los encajes amarillos y el tronco de ciprés,
solo esperando que aparezcas por primera vez,
en lo alto del aposento o atrás en las losas del jardín
en el caballo del Santo y con el huevo de la Resurrección
Como en un mural colocado
grande como te quiso la pequeña vida,
ocupando en la velita el volcánico brillo estentóreo
que nadie ha visto y oído
Nada en las soledades, las casas en ruinas
ni el ancestro enterrado de punta a punta en el patio circundante
Por ti ni la anciana con todo sus remedios
Por ti sólo yo, puede ser la música también
que impulso en mi interior, pero regresa más fuerte
por ti el pecho de los doce años que no puede afearse
la vuelta al futuro del rojo cráter
por ti como clavo el olor amargo
que encuentra dentro del cuerpo y que agujerea el recuerdo
ahí está el suelo, las palomas, nuestra antigua tierra.
VI
He visto muchas cosas y la tierra a través de mi mente parece más bella,
más bella en los vapores dorados,
la filosa piedra, más bello,
la malva de los istmos y las techumbres sobre las olas,
más bellos los rayos donde sin pasar pasas
invencible como la Diosa de Samotracia sobre las montañas
del mar.
Así te he visto y me basta,
habiéndose quedado inocente todo el tiempo
en la senda que tu paso deja
¡como un delfín novato sigue
Y juega con el blanco y el cían mi alma!
Victoria, victoria donde he sido vencido
antes del amor y de nosotros juntos
por el paso del tiempo y por el estambre de rosas
vete, vete, aunque me haya perdido,
solo, a pesar de que el sol que sostienes es un recién nacido
solo, aunque sea yo la patria que está de luto
que sea la razón que te envié, que te dé una hoja de laurel
solo, el aire fuerte y solo, la piedra de río redonda
en el pestañeo del fondo oscuro
¡el pescador que subió y la arrojó de nuevo a los tiempos
del Paraíso!
VII
En el Paraíso he marcado una isla
inmutable tú y una casa en el mar
Con una cama grande y una puerta pequeña
He arrojado a las profundidades un eco
para mirarme cada mañana que despierto
La mitad para verte pasar en el agua
y la otra mitad para llorarte en el Paraíso.
TRAD.: ALEJANDRO AGUILAR