A veces también las palabras echan raíz.

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A veces también las palabras echan raíz.

(Cuento popular griego)

[Trad.: Alejandro Aguilar]

Había una vez un rey que tenía un cuernito en la cabeza. Lo tenía muy bien escondido, pero ¿cómo lo iba a esconder del peluquero?

Cada vez que iba a cortarse el pelo, el rey le advertía que no se lo contara a nadie, porque entonces le cortaría la cabeza.

Nadie más lo sabía más que el peluquero.

El peluquero no podía más guardar el secreto, pero le daba miedo contarlo. ¿Qué podía hacer? ¿Dónde podría contarlo?

Fue a un pozo, se inclinó y gritó con todas sus ganas: ¡El rey tiene un cuernito!

Después de poco tiempo, el pozo se secó y creció desde adentro un carrizo. El carrizo creció y un día que pasaba un pastor por ahí, lo cortó e hizo una fogata. Pero la fogata decía: ¡Ps, ps, el rey tiene un cuernito, el rey tiene un cuernito!

Lo escuchó uno, lo escuchó otro, lo supo el país entero y llegó a oídos también del mismo rey.

El rey mandó traer al peluquero.

– ¿A quién se lo dijiste? Le pregunta.

El pobre peluquero juraba que no se lo había dicho a nadie. Sólo una vez, dijo, no aguanté y lo grité hacia el fondo del pozo.

Trajeron también al pastor y afirmó que la fogata la había hecho de un carrizo que sacó del pozo. Así se demuestra que a veces también las palabras echan raíz.

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