Me parece igual a un dios
el hombre que frente a ti se sienta
y absorto escucha mientras le hablas dulcemente
y sonríes con amor.
Esto, no miento, no, me sobresalta
dentro del pecho el corazón;
pues si te miro un solo instante
mi voz no me obecede,
la lengua se me hiela, un sutil
fuego corre bajo mi piel,
mis ojos no ven nada, me zumban los oídos,
un sudor frío me cubre, un temblor
me agita toda entera y estoy, más que la hierba,
pálida, y siento que me falta poco
para quedarme muerta.
Mes: octubre 2010
Octubre 1940
EstándarOctubre 1940
Giannis Ritsos
Traducción: Alejandro Aguilar
Abren las ventanas
quienes saludan a aquellos que se van
y viceversa.
Las calles se llenaron de tambores y banderas.
Alzado el amanecer abandera nuestros sueños
y Grecia brilla entre las luces de nuestros sueños.
El sol lavado
con su cara limpia y mirando al hombre,
saluda las calles que van a la lucha.
Automóviles pasan llenos de gente.
Se despiden en las puertas y ríen,
después se escuchan las botas militares en el asfalto,
la gran canción de los pasos valerosos
que se alarga y se apaga en el fondo de la calle
como la estación nocturna con las luces apagadas.
Ahí esperan los trenes,
silban por un tiempo fuera de la ciudad,
se escuchan los disparos de despedida
y enseguida todo calla y espera.
Leemos los últimos encabezados:
Vencimos. Vencimos
¡Siempre gana la razón!
Un día vencerá el hombre.
Un día la libertad vencerá la guerra.
Un día venceremos para siempre.
Atenas, Noviembre de 1940, Giannis Ritsos.
La Ciudad
EstándarLa Ciudad
Konstantinos Kavafis
Traducción: Alejandro Aguilar
Dijiste: «Iré a otra tierra, iré hacia otro mar.
Otra ciudad será hallada mejor que esta.
Cada intento mío, una condena escrita.
Y mi corazón está – como un muerto – enterrado.
Mi mente hasta cuándo habrá de marchitarse.
A donde quiera que volteo mis ojos, a donde quiera que vea,
ruinas negras de mi vida veo aquí,
habiendo pasado tantos años, habiéndose destruido y descompuesto.»
No hallarás nuevos lugares, no hallarás nuevos mares.
La ciudad va detrás de ti. Volverás siempre a las mismas calles
y volverás siempre a los mismos barrios,
y entre las mismas casas de siempre emblanquecerás.
Siempre a esta ciudad llegarás. Por lo demás – no esperes -,
no hay un barco para ti, no hay una calle.
Así has destruido tu vida aquí,
en esta pequeña esquina, en toda esta tierra la has perdido.