"Alexis, no tenía antibalas tu corazón"
Fuente: e-tipos.com
Traducción: Alejandro Aguilar
La marcha de los estudiantes se detiene en Tzabella y Mesolongiou. Guardan silencio de un minuto en su memoria
Un grupo de menores se acerca al punto. Se arrodillan, se abrazan y lloran susurrando "tu muerte nos hizo despertar"
Dispersas charlas de la calle. Afuera de Evangelismo, una recreación, "aquí estuvieron la MAT (Unidades de Restablecimiento del Orden) apenas lo trajeron". En Kolonaki, entre cafés y vitrinas, "¿escuchaste sobre el niño que murió? Era de los suburbios del norte. Pero ¿cómo pasó? En Skoufá, "así que ¿le disparó a sangre fría?". Caminando llegamos a la calle de Zoodoxou Pigis y ahí las bocas se callan. Eksarxeia seguramente, no lo dudan, ni cuestionan cómo, sólo están de luto. Aquí la mayoría de los pañuelos salen de adentro de las mochilas.
La marcha de los estudiantes, que guardó silencio de un minuto, en el cruce de Tzabella y Mesolongiou, ya se ha ido. Un grupo de jóvenes, que gritan el uno al otro con pseudónimos, dos niñitas y dos jóvenes de no más de 15 años, baja a la banqueta. Informan a sus amigos por teléfono: "Vengan, ahora nosotros vamos con Alexis". Lo recuerdan en una fotografía, la cual se encuentra encima de una bandera quemada, entre rosas blancas, margaritas y velas, al lado de una bufanda y una botella de cerveza, en un abrazo de cartas conmovedoras de amigos, conocidos y desconocidos suyos.
Sobrepasan los límites de los pocos metros que, sin ceremonia, han puesto las madres, los vecinos, los transeúntes. Se arrodillan en el punto, arreglan las flores, juntan lo que le ha sido dedicado y es arrastrado un poco más allá por el aire. Una niña rompe en llanto, sus amigos la abrazan en un círculo cerrado. "Vamos. Contente".
Se calman y guardan silencio, regresan a las flores, ponen las cartas bajo el asta de la bandera quemada: "Los días y las noches te pertenecen. Cada piedra contra ellos, un sueño tuyo. Nuestros sueños, sus pesadillas". "Te agradecemos que nos hayas recordado por qué debemos luchar. Tu muerte nos hizo despertar". "Alexis, no tenías antibalas en tu corazón".
Juntan cuanto el aire volvió a llevarse. Con un metro en la mano, una mujer, anodadada, probablemente pariente suyo, dice a los muchachos que "le disparó a 28 metros". Una transeúnte los observa y pregunta si son amigos suyos, uno dice "sí". Ella misma les dice que escuchó que Alexis llegó enojado, por un juego, Panathinaikós – Olympiakós.
"Había ido al juego y después llegó aquí. Alexis nunca fue impulsivo". Alrededor la gente se detiene, el punto "de Alexis" nunca se queda solo. Comienzan pláticas y cada una toma una dirección diferente, sobre la "insuficiencia del gobierno", sobre "cuánta corrupción albergará todavía la tumba de Alexis", sobre "aquellos que se fueron con las televisiones y las bocinas en los hombros cuando se quemó Plaisio", sobre Nikos Temboneras. Sobre Sotiropoulou y cuantos "cayeron en la lucha".
Los amigos de Alexis no reaccionan. Ellos platican algo más práctico: "¿Preguntaste donde nos vamos a ver antes del funeral?", "¿tienes otra máscara para la marcha?" y "¿tenemos que encontrar un buen candado. ¿Encontraste algo? Me dijo Julio de donde agarraron uno para su propia escuela".
Al mediodía, se van "porque se fue tarde", gritando frases contra el poder. Salen de Zoodoxou Pigis. Cinco mochilas, una a un lado de la otra, como en una marcha afligida, se alejan juntos con un: "Alexis, vives, tú nos guías".