Vi ayer, en la noche, en mi sueño
(Trelos Agras)
Poema navideño
Poema navideño
Vi ayer, en la noche, en mi sueño,
a nuestro Cristo nacido,
los bueyes arriba le soplaban
todo su aliento caliente.
Su frente era como un sol,
y en medio del pobre pesébre,
resplandecía mejor de día,
con algún brillo mágico.
A sus pies se inclinaban los Magos,
y parecía una estrella desde lo alto,
se sentara como una corona
en los cabellos de la Virgencita.
Muchos pastores y pastoras,
le rendían culto humildemente,
ángeles de cabellos rubios se paraban
y cantaban a su alrededor "hossana".
Pero ni a ángeles ni a magos
envidié en ningún momento,
más que la boca de Su Madre
y lo caliente, lo caliente de su beso.
a nuestro Cristo nacido,
los bueyes arriba le soplaban
todo su aliento caliente.
Su frente era como un sol,
y en medio del pobre pesébre,
resplandecía mejor de día,
con algún brillo mágico.
A sus pies se inclinaban los Magos,
y parecía una estrella desde lo alto,
se sentara como una corona
en los cabellos de la Virgencita.
Muchos pastores y pastoras,
le rendían culto humildemente,
ángeles de cabellos rubios se paraban
y cantaban a su alrededor "hossana".
Pero ni a ángeles ni a magos
envidié en ningún momento,
más que la boca de Su Madre
y lo caliente, lo caliente de su beso.
Traducción: Alejandro Aguilar

El nacimiento de Cristo, Imagen de la Facultad Cretense, Instituto Griego de Venecia, Museo de los Iconos, S. XV
Vi à noite no meu sonho
(Trelos Agras)
Poema natalino
(Trelos Agras)
Poema natalino
Vi à noite no meu sonho
o nosso já nascido Cristo,
os bois sopravam por cima dele
todo o seu alento quente.
A fronte dele era como um sol,
e no meio do pobre presépio
resplandecia melhor de dia,
com algum brilho mágico.
Aos seus pés inclinavam-se os Magos,
e parecia-se com uma estrela do alto,
pousara-se como uma coroa
nos cabelos da Virgenzinha.
Pastores e pastoras
ofereciam-lhe culto humildemente,
anjos de cabelos loiros punham-se de pé
e cantavam à sua volta "hossana".
Mas nem dos anjos nem dos magos
senti inveja em nenhum momento,
apenas da boca da Sua Mãe,
do seu quente beijo.
o nosso já nascido Cristo,
os bois sopravam por cima dele
todo o seu alento quente.
A fronte dele era como um sol,
e no meio do pobre presépio
resplandecia melhor de dia,
com algum brilho mágico.
Aos seus pés inclinavam-se os Magos,
e parecia-se com uma estrela do alto,
pousara-se como uma coroa
nos cabelos da Virgenzinha.
Pastores e pastoras
ofereciam-lhe culto humildemente,
anjos de cabelos loiros punham-se de pé
e cantavam à sua volta "hossana".
Mas nem dos anjos nem dos magos
senti inveja em nenhum momento,
apenas da boca da Sua Mãe,
do seu quente beijo.
Tradução: Alejandro Aguilar